jueves, 21 de julio de 2011

CUIDA TU CORAZÓN

Salmo 24: 3-4 ¿Quién subirá al monte de Jehová? ¿Y quién estará en su lugar santo? El limpio de manos y puro de corazón; El que no ha elevado su alma a cosas vanas, ni jurado con engaño.

Dios ha prometido hacer su casa en todo aquél que le toma por Padre. Preciosa promesa, que no puede vivir con intensidad aquella persona que no está decidida a poner de su parte para completar esa relación. Nos invita a subir al monte de Jehová, pero nos pide que nuestras manos y corazón estén limpios. A cuidar nuestras almas de cosas vanas. A no vivir engañando a los demás, A no jurar en vano.


Viviendo inmersos en un mundo tan lleno de engaños, de obscenidades, de tanta pornografía, adulterios, y demás situaciones que nos invitan constantemente a desviarnos hacia esa vida de lujuria y de situaciones que ofenden a Dios, ¿cómo podemos abstraernos de tanta influencia negativa y vivir la vida que Dios nos pide que llevemos?

De nuestro Dios tenemos éstos dos consejos para vivir una vida más cercana a Él:

Debemos someter nuestros corazones a Él
Debemos permitirle purificarnos interiormente

¿Cómo guardas tu corazón, querido lector? ¿Cómo le permites purificarte?
Debemos ser selectivos con lo que aceptamos del medio que nos rodea, sabiendo que lo que nos influye, las cosas a las que damos nuestra atención, son las que moldean nuestro corazón y nuestro carácter.

Cuidado, pues, con lo que nos permitimos ver, oír, admirar o escuchar. Si permitimos que las telenovelas roben nuestro tiempo, no tardaremos en alabar a las amantes, que resultarán ser las buenas, las que merecen quedarse con el chico guapo. O si damos atención a los narcocorridos, terminaremos pensando que los que envenenan a nuestra sociedad son los nuevos héroes. O los homosexuales, o alguna otra de esas células podridas que traen en jaque a nuestra sociedad.